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Foto del escritorLina María Munoz

Laguna El Verjón o Teusacá

Actualizado: 8 jul

Hace algunos días, conocí la laguna de Teusacá. También se le denomina El Verjón, por estar ubicada en la vereda del mismo nombre, en Bogotá, justo al límite con el municipio de Choachí. Para llegar a ella, hay que caminar por un tramo el antiguo camino real que conduce de Bogotá a Choachí, atravesando el Páramo Cruz Verde. Se ingresa desde el parque Matarredonda, en el Km 18 de la vía Bogotá a Choachí.


Al iniciar la caminata, sabía que era una de las lagunas sagradas para el pueblo Muisca. Para ellos, las lagunas, ríos y otras fuentes de agua eran lugares de conexión directa con lo divino. Dice el mito que de la laguna Iguaque nació Bachué y su hijo y de ellos, todos los hombres y mujeres que poblaron la tierra. Nuestros antepasados muiscas realizaban una ceremonia durante tres días llamada "correr la tierra", en la que hacían un recorrido a 5 lagunas: Guatavita, Siecha, Guasca (antes denominada Martos), Teusacá y Ubaque. Una hazaña de resistencia, sin duda. No se conoce con certeza cual era el sentido de la ceremonia, mucha información de la cultura muisca que ha llegado hasta nosotros se sabe por los relatos de cronistas. Y como explica Carl Langebeak en su libro "Los muiscas":


"Todo escrito disponible sobre ellos es un producto colonial, resultado más o menos directo de la relación mediada por la asimetría del poder entre europeos e indígenas. Corresponde a la lógica de la dominación y poco, muy poco, a la historia de los pueblos que habitaban los Andes orientales antes del siglo XVI."

El autor nos invita a tomar los documentos coloniales como relatos pueden dar pistas interesantes, más no confirmadoras. Así que con esa no certeza del significado real del correr la tierra, decidí hacer esta pequeña parte del recorrido.



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Camino Real páramo Cruz Verde, sector Matarredonda

Es una caminata relativamente fácil, eso si tus pulmones y corazón están preparados para la altura (3.500 mts aprox). El paisaje paramuno es sobrecogedor, especialmente cuando la neblina llena todo y sientes el frío y la humedad envolviéndote. El silencio (que para quien no está acostumbrado a el, puede ser abrumador) te invita a permanecer callada y centrada en la caminata, conectando con lo que estás viendo.


El camino de piedra está en buen estado, perdura desde tiempos coloniales y es bastante útil en un ecosistema tan frágil como el páramo, en donde tus pisadas pueden dañar el musgo, los líquenes o las pequeñas plantas.



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Camino real hacia la laguna

Son pocos los animales que se ven en el camino, tal vez algunos colibríes, patos y uno que otro insecto. Seguramente la mayoría prefiere estar alejado del paso de transeúntes, algunos otros tendrán hábitos nocturnos y crepusculares y tal vez, otros observen desde lejos.


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Elaphoglossum engelii junto a Hypnum amabile

Lo que si ves por doquier son muchas plantas. Muchas pequeñas como Geranium multiceps, Hypericum goyanesii (guardarrocío), Aragoa abietina (pinito de flor), Gaultheria myrsinoides (reventadera), Linochilus phylicoides (romerito de páramo), Castilleja integrifolia (garañona), Elaphoglossum engelii, por nombrar unas pocas.


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Guardarrocío, Hypericum goyanesii

En cuanto a plantas más grandes están la Espeletia grandiflora (frailejón mayor), Miconia ligustrina (tuno), Puya goudotiana, Lupinus bogotensis (lupino), Monnina aestuans (tinto) y muchas más. Hay también toda clase de líquenes, hongos y musgos, el suelo es un tapete vegetal acolchado y rebosante de agua.

Flores del frailejón mayor, Espeletia grandiflora

La geometría de las plantas paramunas es especial, se nota aún más que en otros ecosistemas. Basta ver las puyas, los frailejones y los paepalanthus. También llama la atención que muchas hojas y flores son pequeñas, por aquello de la economía energética en un ambiente tan frío. Mucha plantas tienen hojas, tallos o flores bastante peludas o aterciopeladas, como una estrategia para protegerse de las temperaturas extremas, la radiación solar y captar agua.


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Estrella de páramo, Paepalanthus alpinus

Después de menos de una hora de recorrido (o dos si tomas fotos de todo lo que ves) llegas a la laguna. Y allí vuelves a sentir esa sensación de sobrecogimiento. La superficie del agua y el reflejo de la montaña en ella te hace sentir tan agradecida de estar allí, de poder ver todo aquello, de respirar ese aire, de que todo se sienta tan puro, es una gran sensación. Saliendo de la laguna, puedes ver un letrero que anuncia el nacimiento del río Teusacá o al menos de uno los primeros afluentes que lo conforman.


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Laguna Teusacá o de El Verjón

Para regresar, debes devolverte por el mismo camino. Entonces puedes enfocar tu mirada a otra escala, ya no solamente en las pequeñas plantas y hongos, sino que puedes tener una visión más general del territorio, literalmente puedes ver hasta el embalse de San Rafael en el municipio de La Calera. Entonces vuelvo a pensar en la ceremonia de correr la tierra y caigo en cuenta de la ubicación clave de este territorio, de la laguna y del páramo, entre la sabana de Bogotá y el oriente, entre Sumapaz y Chingaza. De las relaciones de los territorios del oriente hacia el norte y hacia el sur... ¿Qué tipo de relaciones territoriales aún perviven? ¿Qué tipo de relaciones se deben activar? hablo de relaciones ecosistémicas y también de relaciones humanas territoriales. Imagino que correr la tierra es recordar y afianzar esas relaciones, esas conexiones.


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Al fondo, el embalse de San Rafael, La Calera

Ir a la laguna te permite sumergirte en el páramo Cruz Verde, parte del complejo Cruz Verde - Sumapaz. Todos deberíamos conocer alguna vez un páramo. Colombia tiene alrededor del 50% de los páramos del mundo. Islas heladas en medio del trópico, con altos niveles de endemismo, lugar de nacimientos de ríos importantes, grandes captadores de carbono, de alto valor ecológico y con vegetación y suelo reguladores del equilibrio hídrico... ¿Así o más importantes?


Cuidar los páramos es ser consciente de las acciones que tomamos día a día sobre nuestra relación con el agua, sobre los residuos que generamos, sobre la forma en que hacemos turismo, sobre la forma en la que consumimos y en general sobre la forma en la que nos relacionamos con los demás seres de este planeta. Todas las acciones que tomamos afectan de una u otra manera, directa o indirectamente a la conservación del agua, a la restauración de ecosistemas, a la protección de la fauna y la flora y a este nuestro único planeta.


Si quieres conocer más, consulta:


Langebaek, Carl Henrik. Los muiscas (p. 13). DEBATE. Edición electrónica.

Martínez Celis, Diego. Reviven ceremonia muisca de correr la tierra en Guasca, Cundinamarca. En Rupestre web, http://www.rupestreweb.info/correrlatierra.html


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